Wednesday, December 06, 2006

La vez que mataron al amor

Hubo una vez en la historia del mundo, un día terrible en el que el odio, que es el rey de los malos sentimientos, defectos y las malas virtudes, convocó a una reunión urgente de todos ellos.
Todos los sentimientos negros del mundo y los deseos mas perversos del corazón humano llegaron a esta reunión con curiosidad de saber cual era el propósito.
Cuando estuvieron todos, habló el odio y dijo: "los he reunido aquí a todos, por que deseo con todas mis fuerzas matar a alguien".
Los asistentes no se extrañaron mucho, pue era el odio quien estaba hablando y el siempre quiere matar a alguien; sin embargo todos se preguntaban entre sí, quien sería tan difícil de matar para que el odio los necesitara a todos.
"Quiero que maten al amor", dijo. Muchos sonrieron malévolamente, pues mas de uno le tenía ganas. El primer voluntario fue el mal carácter, quien dijo: "yo iré, y les aseguro que en un año habrá muerto el amor". Al cabo de un año, se reunieron otra vez y al escuchar el reporte del mal carácter quedaron tan decepcionados, "lo siento, intenté todo, pero cada vez que yo sembraba una discordia, el amor lo superaba y salía adelante".
Fue entonces cuando muy diligente se ofreció la ambición, que haciendo alarde de su poder, dijo:"en vista de que el mal carácter fracasó, iré yo. Desviaré la atención del amor hacia el deseo de riquezas y el poder, eso nunca lo ignorará". Empezó la ambición su ataque hacia su víctima, que efectivamente cayó herida, pero después de luchar por salir adelante, renunció a todo deseo desmedido de poder y triunfó de nuevo.
Furioso el odio, por el fracaso de la ambición, envió a los celos, quienes burlones y perversos inventaron toda clase de artimañas y situaciones para despistar al amor y lastimarlo con dudas y sospechas infundadas. Pero el amor confundido lloró y pensó que no quería morir y con valentía y fortaleza se impuso sobre ellos y los venció.
Año tras año, el odio siguió en lucha enviando a sus mas hirientes compañeros, la frialdad, el egoísmo, la histeria, la indiferencia, la pobreza, la enfermedad y a muchos otros que fracasaron siempre, por que cuando el amor sentía desfallecer, tomaba de nuevo fuerzas y todo lo superaba.
El odio, convencido de que el amor era invencible, les dijo a los demás: "nada mas puedo hacer, el amor ha soportado todo, llevamos muchos años insistiendo y no lo logramos". De pronto, de un rincón del salón, se levantó un sentimiento poco conocido, vestido de negro, con un sombrero gigante que le cubría el rostro y afirmó: "yo me encargaré de dar muerte al amor". El odio le contestó: "ve y hazlo realidad".
Pasó algún tiempo, cuando el odio volvió a convocar a reunión general a todos los malos sentimientos. Les comunicó, que después de mucho batallar, por fin "el amor había muerto". Todos se mostraron alegres pero sorprendidos. En ese momento, la figura de negro, volvió a pedir la palabra para decir lacónicamente: "ahí les entrego al amor muerto y destrozado como ustedes deseaban", y dicho esto, en silencio se encaminó para salir del lugar donde se hallaba.
"Espera un momento", le ordenó el odio, "dinos quién eres tu que triunfaste donde todos los demás fallamos". El sentimiento de negro, levantó por primera vez su rostro, miró a los presentes y dijo: " Yo, ...... soy la rutina".

De autor anónimo.
Enviado por Carla Pavón

Saturday, December 02, 2006

A Marcelo Torres

Me enteré, por intermedio de amigos comunes, del fallecimiento de un viejo conocido mío, Marcelo Torres. Cuentan que hacía meses estaba sufriendo estoicamente la dolencia de una enfermedad incurable.
Marcelo, fue un perseverante armador político en la interna del Partido Justicialista y eterno candidato en listas partidarias perdedoras.
Hace una punta de años, a principios de los '80, empecé a tratarlo, en medio de uno de esos entreveros comiteriles, donde la ambición funciona a mil y la mentira es reina y señora de la vida.
Marcelo, quien gustaba mostrarse parco, hosco, enigmático, diría hasta muy antipático, era, digámoslo, una persona difícil de llevar para los demás, a lo mejor, porque sólo analizaba el comportamiento humano observable en las internas políticas, y ese escenario, a cualquiera que lo transite intensamente, lo convierte en un pesimista incurable.
Desde el principio, adhirió fervorosamente a la candidatura de Menem y estuvo entre los miembros fundadores de la línea interna, "Federalismo y Liberación" y luego, de la "Menem Conducción". Con esto quiero decir, que fue, creo que hasta el día de su muerte, un acérrimo menemista.
Con Menem llegado a la Presidencia de la Nación, a Marcelo, los que antes le daban vuelta la espalda para no saludar, lo empezaron a encontrar simpático, virtuoso y ¡gentil!, y nosotros, que antes "le dábamos bola", ahora lo dejamos de tratar porque no nos gustaba el gobierno del "Turco".
El episodio político que marcó la vida de Marcelo y es al que quiero referirme especialmente, ocurrió a poco de comenzar esta nueva época de bonanza para él.
La conducción partidaria del distrito, que provenía del "Cafierismo", para congraciarse con la "Casa Rosada", abrió sus listas electorales para incluir a los principales referentes menemistas de la localidad.
Fue la primera y única vez, que Marcelo, promediando el medio siglo de edad, alcanzó a integrar, en una buena ubicación, una lista ganadora.
Es así, que resultó electo por el voto popular, Consejero Escolar distrital, con un mandato de 4 años por delante. Lejos estaba en su pensar, imaginar que al ladito de ese momento del triunfo, se encontraba al acecho, el camino al ostracismo político que lo acompañó hasta el final.
A poco tiempo de jurar el nuevo cargo, lo convocan a una reunión ejecutiva de Consejeros y allí lo enteran, ¡Oh, sorpresa!, que debía firmar sin mas trámite ni debate, un acta de acuerdo para efectuar un pago millonario a los proveedores escolares.
El argumento "de peso" de sus colegas consejeros, era que "así funcionaba el sistema", y que ellos, al ocupar un cargo ad-honorem por el cual no percibían retribución económica oficial, tenían que encontrar la forma de recibir un resarcimiento pecuniario por su "trabajo cívico".
Marcelo, cabeza dura como era, se negó rotundamente a firmar nada, si primero no se hacía una rendición de cuentas, delante de un escribano. Por supuesto, se armó un lío de aquellos, que terminó a los gritos y a las trompadas.
Al día siguiente, Marcelo, solita su alma, despacio y sigilosamente, tal era su estilo, inició una prolija investigación de la red de corrupción y descubrió semanas después, con pruebas concluyentes, sobrefacturaciones, testaferros de funcionarios en empresas proveedoras, sobornos, etc., etc. cuya única víctima era la infancia pobre que concurría a las escuelas públicas. Con una voluminosa carpeta, asesorado por un letrado amigo, presentó en el Juzgado la denuncia penal.
El hecho provocó tal terremoto institucional en el Pago Chico, que sus principales dirigentes para ocultarse de la prensa, dormían de día y salían a la madrugada de sus casas. Rodaron algunas cabezas en el Consejo Escolar, y ¡aquí no pasó nada!. Ninguno fue preso, a ninguno le intervinieron sus bienes, a nadie se le dictó auto de procesamiento ó tan siquiera inhabilitación para ejercer cargos públicos en el futuro.
Al que no olvidaron y no perdonaron fue a Marcelo y se convirtió, otra vez, en un personaje maldito de la política y fue en ese momento, cuando se quedó sin amigos en el poder local, que nosotros, volvimos a tratarlo, reconociendo toda la grandeza que tuvo su decisión, ..... aunque nos hiciera doler la barriga su menemismo ...........

S.S.