¡VOLVER!
Además del tango famosísimo de Gardel y Lepera, otras muchas historias giraron alrededor de este tema del retorno al primer amor, que se idealiza puro y apasionado.
Esta historia que voy a contarles refiere a la pasión por las ideas políticas, y sus personajes son gente de barrio cuyo único pecado fue su ingenuidad.
A mediados de los '90, en medio de la segunda campaña presidencial de Menem, comenzó a leerse en las paredes de mi Pago Chico, una consigna escrita en negro humo que decía: VOLVER A PERON. Así de escueta y directa era, sin firma ni agregados ó indicios para hacerle una pesquisa.
La consigna se repetía noche tras noche y en poco tiempo todo el mundillo del mentidero político hablaba de lo mismo: ¿quiénes serían sus autores?, porque el mensaje se entendía perfectamente.
Las autoridades municipales movilizaron a todo el cuerpo de "asesores", que hacían guardias las 24 horas para agarrar a los autores con las manos en la masa y salir corriendo para llevarle el chisme al "jefe" y anotarse un poroto.
Yo, que en ese tiempo era empleado municipal, no podía quedarme al margen de la movida, pero, tengo que confesarlo, lo vivía como un episodio jocoso, uno mas, de la política pueblerina.
Habrán pasado uno ó dos meses, y me encuentro casualmente en mi barrio con el Flaco ........., vecino, peronista de los setenta, bigote tupido, boina negra, poncho rojinegro, ¡un tipazo macanudísimo!, nos saludamos con un fuerte apretón de manos y ahí nomás le digo mirándolo a los ojos: ¡Che!¿Quién te mandó a pintar Volver a Perón?......, el Flaco se sonrió, vió que no tenía sentido mandarme un bolazo, y me contestó ......, ¡la idea fué nuestra!,¡nada que ver con algún dirigente!.
Después me contó, y le creo, esto que le sucedió en aquellos días.
El Flaco se dedicaba a vender artículos de limpieza, y el reparto lo hacía en una camionetita que tenía, a veces llevaba con él a dos amigos de militancia de la vieja guardia para que se ganaran unos mangos, porque los dos andaban mal de guita.
Una vez por mes se juntaban a chupar y a comerse un asadito, y después de unos vasitos, los muchachos recordaban a los compañeros caídos, les dolían sus propias penurias y se acordaban de la madre de todos los que se habían quebrado y vendido.
Una noche de esas, no se sabe si porque estaban mas bebidos que de costumbre, salieron con la camioneta y un tachito de pintura a expresar su bronca en las paredes. y entonces apareció la consigna VOLVER A PERON.
Aquí fue cuando la mirada del Flaco se puso triste, y con lágrimas en los ojos me confió que nunca mas saldría a pintar.
¿Qué había pasado?.
Una noche un coche cero kilómetro se estacionó en la puerta de su casa y bajó un pibito bien empilchado con una carpetita debajo del brazo. Se presentó como secretario del secretario del Intendente. Lo invitaba a una reunión con el jefe comunal al otro día a la tardecita. Y dicho esto, pegó media vuelta y se fue.
El Flaco quedó anodadado, pero no era tipo de achicarse, salió corriendo a la casa del "Rata", su otro amigo y no le dijo nada al tercero, porque llevaba mal su romance con el tinto.
Al otro día, se puso la mejor de sus pilchas, un traje cruzado a rayas, medio gastado pero gauchito, pasó a buscarlo al "Rata" y salieron para el centro del pueblo.
Se hicieron anunciar con el guardia de seguridad, les franquearon el paso, previa llamada a la secretaría privada, pasaron otros controles y entraron al pre-despacho del Intendente. Gran emoción, el Flaco pensaba en el análisis político que haría, sus argumentos, se frotaba las manos de los nervios y transpiraba a mares.
La empleada los vió como quien ve un florero y con voz neutra los invitó a esperar de pié. Al rato, suena el teléfono, la chica atiende y de reojo los mira, dice, sí, sí, está bien ..., y cortó.
Por un instante el tiempo se detuvo, hasta que la chica, abre un cajón y saca dos papeles escritos a máquina. Levanta la vista y les dice ...., señores, aquí tienen que firmar, y marcó con el índice una punta del papel,....y a los treinta días pasen por tesorería.
El Flaco se quedó mudo, cosa por demás extraña en él, pero la situación lo superaba.
No entendía nada y el "Rata" menos, abría los ojos, la miraba a la chica y lo miraba a él y no articulaba palabra.
La piba, impaciente, volvió a insistir, esta vez con voz mas fuerte..., ¡señores, tienen que firmar aquí!
Ahora el Flaco se animó a decir algo...., ¿firmar qué señorita?. La pibita lo miró con lástima, y le dijo.....¡el contrato, señor, el contrato!, ¡para Ud. y para su amigo!, el señor secretario me pidió que se los hiciera firmar, uno es por 800 pesos y el otro por 600 pesos....
Aquí el Flaco, que no era lenteja, cayó en la cuenta de que se trataba. ¡Los estaban
haciendo ñoquis!¡Ñoquis por pintar VOLVER A PERON!. La miró indignadísimo a la mina y le dijo .....¡dígale a .....que se meta los contratos en el o...!.
En este punto del relato, el Flaco no pudo contener la emoción y lagrimió enfrente mío, a media voz me dijo ...... y por esto perdí a mis dos amigos.....
Lo que me contó es tritísimo, pero tengo la obligación de ir hasta el final.
Un amigo, el que quedó afuera por borrachín, se ofendió y no lo saludó mas.
El "Rata" apenas salieron del municipio, le hizo este comentario ...¿Así se hace política ahora?, ¡Si te pagan por salir a pintar la que deben estar haciendo éstos!,..... ¡Y yo estoy sin laburo!.
Al poco tiempo, el Flaco, se enteró, por otras personas, que el "Rata" había arreglado con el "gordo Gostanian", el amigo de Menem, encargarse de las pintadas y pegatinas de la zona oeste, con la consigna Menem 95.
Dicho esto, el Flaco me dió la mano de despedida, la apreté con fuerza y le dije,
.... ¡Flaco, te merecés otra época!
S.S.
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